Por: Mónica Villa Fuentes
Constantemente se nos recuerda, por los médicos, nutriólogos, maestros y papás en casa y en la vida social, que cuidemos lo que comemos. El consumo de alimentos poco nutritivos impacta en la salud de la persona y en su estilo de vida, así como en su capacidad perceptiva y el desarrollo físico, mental y espiritual. La exhortación a cuidar el consumo alimenticio es constante y preocupante, no así, la exhortación al consumo del arte, la cual es analógicamente igual de importante y preocupante.
Diremos que: equiparado al alimento que consumimos, que nos da energía para las funciones vitales, la obra de arte alimenta el espíritu y la mente de manera que fortalece las capacidades cognitivas y los valores trascendentales, al igual que los alimento hay una clasificación variada en cuanto nutrientes y en cuanto a necesidades. Se considera también factores como la edad, el peso la actividad física para la realización de dietas nutricionales, se cuida todo desde los aspectos organizacionales del individuo hasta las patologías a evitar, curar o controlar (Carbajal, 2013). En el caso del arte factores semejantes tendrán que considerarse para la elección de obras a consumir y el estudio concienzudo de las clasificaciones existentes del mismo.
Avelina Lésper, crítica de arte, expone que el arte es o no es, descartando así la existencia de apartamentos para ciertos “tipos” de arte. Si bien la historia del arte nos muestra expresiones artísticas con diferencias y necesidades diversas expuestas, mayormente por la “época”, hay sin duda criterios a considerar que dotan a la obra como artística, independiente al tiempo o lugar donde se realiza. Miranda (2020) expone tres criterios clásicos para la obra artística, a saber: la belleza, la verdad y la bondad. De manera que permiten tener una única vara para medir las obras independientemente de la temática o las contingencias que puedan tener entre distintas obras. Formando así lineamientos que como en el caso del alimento se pueda medir, pesar, proporcionar e integrar.
En este punto encontramos que hay posturas encontradas con respecto al arte. Por un lado, los que asumen que el arte es: cualquier cosa, casi todo o todo, eliminando así un concepto de arte y por otro lado los que consideran que el arte será aquel artefacto echo de forma estructurada, ordenada e integral que contenga belleza, verdad y bondad en una armónica unidad. Como se puede apreciar la primera postura relativa de que el arte es lo que el museo diga, lo que el gremio artístico diga o ya de plano “todo es arte”, es una apuesta por la destrucción del arte racional. (Tipito, 2021). La segunda postura plantea tres valores objetables que permiten distinguir una obra de arte de el resto de las cosas que existen. Permitiendo así darle un valor único y una función humana, mas allá de expresar, humanizar al ser consciente.
En cuanto a la belleza que es intrínseca a nuestra naturaleza, ya que toca nuestra estructura biológica, sensitiva, racional y anímica, de manera que la experiencia de la belleza es un signo de la existencia de lo bello. Estas estructuras sensibles, que es posible encontrar en el arte, cuya percepción va acompañada de un deleite especial que inspira el verlas o escucharlas una y otra vez, afirmando así que la belleza fascina y atrae hacia sí. Esta belleza en el arte, es decir, ese atributo de la cosa en su unicidad e integridad, que no es la materia en sí, sino que es un valor que trasciende a la cosa, permite que al percibir la obra de arte se goce la persona al comprender objetivamente y experimente la belleza. (Miranda, 2020).
En tanto a la verdad, recordaremos el valor que posee este concepto, importantísimo para la comprensión racional de la realidad y la conducción humana ética. “Si hay inteligencia hay verdad (…) no se puede pensar, y a la vez, no querer que haya verdad. La verdad, si se conoce, sólo se puede querer. Por eso es un bien necesario, un bien siempre vigente” (Pérez-Ilzarbe y Lázaro, 2000, p. 60). Un fundamento de la verdad es el ser, Pérez-Ilzarbe y Lázaro (2000) nos comparten que: “el ser es único, no tiene alternativa, y por eso lo verdadero es distinto a lo falso y no cabe que lo verdadero sea falso. La verdad se distingue de la falsedad con la misma necesidad del ser” (p. 58). Por tanto, la verdad como adecuación del pensamiento con la cosa, producto de un trabajo racional y objetivo es necesario para la crítica de la obra en tanto la obra integre verdad y exprese verdad.
En relación con la bondad que será un valor trascendente que resulta de la búsqueda de lo mejor hecho o un bien mayor, pero también está en la verdad, como ya se mencionó, al ser un bien necesario. Solo una obra bien hecha podrá ser valorada. Valorar una obra de arte es comprenderla. Para ello es necesario entender los elementos que la constituyen. “la experiencia estética es un acto de conocimiento, porque lo que se pone en juego en el juicio estético es la capacidad discriminatoria del entendimiento. Y lo que el entendimiento discrimina es un principio de unicidad” (Pérez-ilzarbe y Lázaro, 2000, p. 189). En la unicidad están los elementos materiales e inmateriales cognoscibles del creador que ordena y estructura la obra integrando los valores perceptibles en la materia que dispuso para la creación.
Comprender y apreciar la obra de arte, aunque conceptualmente parece complejo, es una actividad accesible al ser y mas aun deseable del ser, por ello que: de no ser creador de arte serás consumidor de arte. Ya que por naturaleza buscamos la experiencia estética, que mejor que: aprender a valorar la obra de arte y discernir entre lo que es arte y lo que no.
Es necesario, al intuir la importancia de conocer lo que consumimos como arte, mirando el beneficio de crecimiento personal y ¿por qué no? ampliarlo a lo social, que nos tomemos el tiempo de educarnos en el arte. Una educación que nos permita determinar la mejor elección para consumir, ocupándonos pues de rodearnos de obras que en gradezcan el alma, nos humanice y sensibilice en la virtud, al nutrirnos con obras que poseen belleza, verdad y bondad. Apliquemos aquí el dicho conocido “somos lo que comemos”.
La problemática ahora radica en: ¿Cuál es esa educación artística que nos dota de herramientas que permitan ejercer juicios elocuentes ante las obras? Ya podemos inducir que será aquella que estimule la capacidad reflexiva y el pensamiento crítico, así como el uso de la creatividad, capacidad que no solo se utiliza y estimula en el creador de las obras, el artista, también en el espectador o consumidor de arte, aquel que percibe la obra. Para este punto afirmar que: si no eres creador de obra eres consumidor de obra, resulta acertado si observamos que es difícil escapar de la exposición desmedida de expresiones que se venden como arte.
Dicha educación, como todas, inicia en casa y se refuerza en las instituciones escolares de nivel básico en donde se tendría que estar aprendiendo no solo técnicas de creación también los valores trascendentales, así como el conjunto de factores sociales, culturales y personales que se ven inmersos en la creación, apreciación y critica del arte. Lamentablemente la educación artística ha dejado mucho que desear, pero sobre todo ignorantes, manipulables y propensos a un consumo desmedido e irracional del arte. El placebo de que: porque el niño dibujó, bailó o cantó ya desarrollo su capacidad creativa o porque jugamos con pintura y nos recostamos a escuchar música y platicamos de las emisiones es suficiente para que el alumno entienda de arte. Sumemos que a la educación artística se le designa una hora a la semana de la carga escolar, si bien nos va, es imaginar que: porque me acerco a ver la comida será suficiente para llenar mi barriga.
Nuestra reflexión apunta a un llamado urgente a mirar con ojos críticos la educación artística. ¿qué les enseñan a tus hijos en la escuela? ¿qué te enseñaron a ti? ¿por qué si se paga a profesores para que impartan la materia no se exige que verdaderamente se dé la materia y se enseñe, no solo técnicas que motiven al creador en cada niño también los criterios, valores y el pensamiento crítico que les permita elegir de entre lo que se presenta como artístico? Pensemos, ¿qué música escuchas? ¿qué imágenes observas? ¿qué lecturas realizas? ¿qué bailas? ¿Y tus hijos, sobrinos y vecinos? ¿Qué quieren decirnos los artistas con sus obras? ¿Por qué las vemos tan inofensivas?
Cuando uno es chico mamá te sirve el alimento, cuando uno es más independiente realizas tu propio alimento. Cuando uno es niño consumes el arte que tus padres consumen, cuando creces decides que consumir, pero, ¿con que criterios? Si no nos ocupamos de transmitir valores y criterios objetivos para la apreciación del arte, estaremos corriendo un gran riesgo personal y social. Si los valore trascendentales humanizan y sensibilizan al hombre la ausencia de dichos valores realizan todo lo contrario, es decir, una deshumanización del hombre. Podemos intuir que la sociedad inhumana será aquella en la que el caos reine. Podemos observar que no estamos lejos de esa sociedad y en gran medida ha sido debido a una paupérrima educación artística.
El arte ha sido el caballo de troya del siglo XXI creímos inofensiva una canción solo porque el ritmo es pegajoso, vimos indefensa la película infantil porque ¡los niños ni entienden! No pasa nada si vemos por todos lados imágenes abstractas ¡son solo imágenes! Abriendo las puestas a la violencia, pornografía, fealdad, sadismo e ideologías falaces que se cubren con discursos y un museo para imponer valor a sus obras. Como ya ha expresado Lésper hay un fraude en el arte contemporáneo.
No es la intención encontrar cúlpales sino soluciones, es momento de que revaloremos la educación artística y nos eduquemos en ella. Empecemos los adultos, exijamos a los docentes y cambiemos nuestros hábitos de consumo. Busquemos la belleza, la verdad y bondad de las obras. Discriminemos lo que no es arte aun cuando “algunos conocedores” lo vendan como tal. Como cualquier persona discriminaría un plato de excremento porque entiende que no se debe comer ya que te causara daño. Critiquemos el arte en todas sus diciplinas. no gastes tu dinero y se lo des a seudo artistas, que cual prostitutas se venden al que pague más, denigrando la vocación.
Miremos que, los niños cuando son pequeños siguen a sus padres y sus padres son sus ídolos, todo lo aprende de ellos y quieren ser como ellos. Pero ahora, los que ocupan ese lugar en su vida son aquellos influencer, ídolos y artistas famosos que siguen en redes sociales con la falaz correlación de que si son famosos necesariamente son buenos ya que mucha gente no puede estar en un error. seguiremos escuchando de nuestros jóvenes defenderse con el cuestiónate ¿qué tiene de malo? Y el adulto se quede en silencio porque no sabe defender una verdad, el arte puede hacer mucho daño, cual herramienta pulso cortante puede utilizarse para cocinar o para asesinar a alguien. La intención de la persona llevará a usarlo como herramienta que produzca un bien o herramienta que produce un mal.
Siempre he pensado que señalar los errores es un primer momento del análisis, el segundo momento, en el que muchos parecen no tienen intención de abordad, es proponer. Ya que proponer implica un esfuerzo para motivar un cambio que lleve a la solución, es aquí donde lo que digamos va a disgustar a algunos y a desilusionar a otros. Sin embargo, es necesario para reconstruir y no solo destruir.
La propuesta radica en conocer los criterios de las bellas artes ya expuestos y enseñar a nuestros hijos, defender el arte verdadero discriminando lo que no es provechoso para el espíritu, esto implicará un cambio de hábitos de consumo y finalmente revalorando la educación artística en las escuelas dando un lugar valioso a la materia y exigiendo que se enseñe verdaderamente arte. Al no consumir productos dañinos crecen las posibilidades de salud, bien estar y una calidad de vida prospera. ¡Soñemos con un mundo mejor! ¡construyámoslo desde ahora! ¡trabajemos por ello! ¡busquemos la verdad!
REFERENCIAS
Carbajal azcona A. (2013) Manual de nutrición y dietética https://infolibros.org/pdfview/1616-manual-de-nutricion-y-dietetica-angeles-carbajal-azcona/
Miranda R. (2020, 13 de diciembre) ¿Qué es belleza? (VIDEO) https://youtu.be/EcQWCQU2fxQ You Tube
Pérez-Ilzarbe P. y Lázaro R. (Ed) (2000) VERDAD, BIEN Y BELLEZA, cuando los filósofos hablan de valores. Universidad de Navarra https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/6205/1/103.pdf
Tipito E. (2021, 26 de junio) Esto no es arte- entrevista a Avelina Lésper (VIDEO) https://youtu.be/F2FpH5hdRak You Tube