Por: Ana Belén Ponce Escobedo
Simone de Beauvoir en su libro el segundo sexo desarrolla el bínomio trascendencia – inmanencia, partiendo de una moral existencialista donde “el sujeto se hace a través de lo que él hace”. Ese hacerse ser consiste en “realizar acciones que son cumplimiento de los proyectos- fines que se ha propuesto [1]” Lo opuesto es la inmanencia, respecto a esta se afirma que cuando el sujeto cae en ella de manera consiente existe “una falta moral” y si al sujeto se le inflinge, “se transforma en una frustración y una opresión, en ambos casos, se trata de un mal absoluto.” Simone de Beauvoir considera que la mujer ha sido condenada a la inmanencia por su biología, por la psicología pero principalmente por la cultura, al haberla relegado a un rol de “mediadora con la naturaleza” y no de dominación de la naturaleza como el hombre, pues la mujer es solo una reproductora, no creadora. En este ensayo cuestionaremos dos de sus premisas. Primero, siguiendo su propia moral, la moral existencialista , nos cuestionaremos primero si debido a que la maternidad se le ha sido otorgada por la naturaleza a la mujer es una “frustración y opresión” y segundo porque la maternidad no puede ser considerado un proyecto válido. La metodología a utilizar será dógmatica deductiva.
Para responder si la maternidad al ser ser otorgada por la naturaleza es una frustración y opresion. Debemos aterrizar el concepto de proyectos, y para fines de esta investigación centraremos nuestro analísis en el trabajo, porque a pesar de que la maternidad se produce en otras especies; solo en la humana, la madre puede optar por ella en uso de su razón y no por mero instinto. Siguiendo a la antropológía filosófica clásica el trabajo “es un modo de obrar natural al hombre”[2] ; su misma disposición corporal tiene una «natural» inclinación al trabajo [3] . Siguiendo a Santo Tomás de Aquino, el trabajo se da por la obra conjunta de la razón y las manos (o cualquier otro instrumento) [4] . Esta necesaria participación de la razón y el cuerpo hace que el trabajo sea una “operación humana” en cuanto que es propia no de una determinada parte del hombre, sino de él como persona, en su totalidad [5]. De ello también se deriva que solo el hombre -en cuanto único ser racional- pueda trabajar [6]. El trabajo tiene un carácter creador y productivo, pero no solo de bienes tangibles sino tambíen de los intelectuales, de aquellos intangibles, de aquellos que mediante un servicio generan un impacto en el otro.
Además, el trabajo es necesario para el hombre. La necesidad a la que hacemos referencia tiene un doble significado. Por un lado, en términos materiales el trabajo es necesario para proveerse el sustento económico y así subsistir; y, por otro lado, responde a una “obligación moral”[7] : el ser humano necesita del trabajo para su realización personal, de esta manera posee un valor en sí mismo: ser un medio de perfección para el hombre [8].
Podemos concluir que todo hombre esta llamado incuestionablemente por su propia complexión corporal al trabajo, y estan facultados al mismo al estar dotados de razón; y además de todo ello, necesitan del mismo no solo para subsistir sino para perfeccionarse. Podría afirmarse que se les inflinge, y en consecuencia todo trabajo (manual, intelectual) sería siguiendo a Beauvoir sería una opresión, lo cual termina ser contradictorio con otras de sus exposiciones donde las tareas de los artesanos que dominan la naturaleza son exaltadas por Beauvoir.
Beauvoir dirá que la mujer “mantiene la vida de la tribu dándole hijos y pan,nada más, esta condenada a la inmanencia; de la sociedad, encarna únicamente el aspecto estático, cerrado sobre sí”[9] , así mismo constamente apuntará a la idea de que dar vida es mantenerse en la inmanencia “asegurar la repetición y la permanencia de la especie”. Al respecto nos preguntamos porque la maternidad no puede ser un proyecto valido para Beauvoir. El primer cuestionamiento esta relacionado con la libertad, ella señala que la trascendencia esta ligada a la consecución de las libertades, pero límita al mismo tiempo la primera preferencia por la maternidad de alguna mujer. Además de ello nos preguntamos que es lo que hace a un proyecto o en nuestro caso a un trabajo más alto o más valioso.
Para responder estos cuestionamientos estudiaremos la dignidad y su relación con el trabajo. Para el profesor Hervada -siguiendo a Tomás de Aquino- la dignidad de la persona es absoluta pues no depende de alguno de sus rasgos o principios, sino que radica en la persona en virtud de su naturaleza [10] , y la define en los siguientes términos:
“La dignidad humana consiste en la eminencia o excelencia del ser humano, mediante una intensa participación en el más alto grado de ser, que lo constituye como un ser dotado de debitud y exigibilidad en relación a sí mismo y en relación con los demás hombres” [11]
En este punto encontramos la primera relación entre trabajo y dignidad. Debido a que el trabajo es una «actividad humana» [12] debe corresponderse con la dignidad de la persona, es decir debe ser conforme a ella y solo en ese caso hablaremos de trabajo digno. De la relación íntima entre trabajo y dignidad se deriva que todos los trabajos a pesar de sus diferencias son igualmente valiosos. Para comprender esto debemos entender las dos concepciones o sentidos del trabajo desarrolladas en la Carta Encíclica “Laborem Exercens”. En primer lugar, tenemos el sentido objetivo, el cual está referido a la técnica por la cual se transforman los bienes. En segundo lugar, está el sentido subjetivo, que entiende al hombre como sujeto del trabajo [13]. La dinámica entre estas dos concepciones es de «preminencia» del significado subjetivo sobre el significado objetivo, en otras palabras “el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, ‘el trabajo está «en función del hombre» y no el hombre «en función del trabajo” [14]. Ello implica reconocer que, si bien los diversos trabajos desde la perspectiva objetiva pueden ser valorizados y cualificados de forma distinta, todos sin excepción deben ser medidos con “el metro de la dignidad del sujeto mismo del trabajo, o sea de la persona, del hombre que lo realiza.” [15]. Por un lado, un trabajo será susceptible de distinta valorización económica, en función a la sofisticación técnica que implique,; pero, desde su sentido subjetivo, todo trabajo será igualmente valioso en cuanto todo hombre es igualmente digno.
En virtud de lo expuesto concluimos que si una mujer en ejercicio precisamente de sus propias libertades opta por un proyecto de vida que primigenia la maternidad, no esta optando por algo inferior a otra actividad, sino que al ser conforme con su naturaleza al no vulnerar su dignidad y contribuir a su propio perfeccionamiento es un proyecto digno que debe ser valorado culturalemente.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Prólogo. BEAUVOIR, S.. El segundo sexo. 1a. ed. Buenos Aires: Siglo XX, 1987.
[2] C. PEIG GINABREDA, “Génesis del concepto de trabajo en Santo Tomás. Su contexto histórico y doctrinal”, Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia, nro. 50, 2007, p. 121. Disponible en: «https://hdl.handle.net/10171/6737» Última consulta: 18 de mayo de 2021.
[3] Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, considera una prueba de la «connaturalidad» del trabajo en el hombre el hecho de que “la misma estructura del cuerpo humano parece ordenada al trabajo, ya que debe proveerse del sustento y disfrutar de los recursos de la creación con las obras (trabajo) de su inteligencia y de sus órganos.” Ibídem, p. 122.
[4] Ibídem, p.123.
[5] Ibídem, p.126.
[6] Ahora bien, ese trabajo puede ser de naturaleza física o intelectual, lo que significa que será trabajo no solo la actividad manual que se traduzca en un producto tangible; sino también, aquellas actividades orientadas a “resolver las necesidades propias y específicas de la persona es decir las que perfeccionaban las facultades superiores: entendimiento y voluntad”.- Ibídem, p.133.
[7] “El hombre debe trabajar bien sea por el hecho de que el Creador lo ha ordenado, bien sea por el hecho de su propia humanidad, cuyo mantenimiento y desarrollo exigen el trabajo. El hombre debe trabajar por respeto al prójimo, especialmente por respeto a la propia familia, pero también a la sociedad a la que pertenece, a la nación de la que es hijo o hija, a la entera familia humana de la que es miembro, ya que es heredero del trabajo de generaciones y al mismo tiempo coartífice del futuro de aquellos que vendrán después de él con el sucederse de la historia. Todo esto constituye la obligación moral del trabajo, entendido en su más amplia acepción.” S.S. JUAN PABLO II, Carta Encíclica, “Laborem exercens: Sobre el trabajo humano”, 14 de septiembre de 1981, nro. 16.
[8] C. PEIG GINABREDA, “Génesis del concepto de trabajo…, cit. p.134.
[9] BEAUVOIR, S.. El segundo sexo. 1a. ed. Buenos Aires: Siglo XX, 1987, p.101.
[10] “De la naturaleza humana se predica – y a ella se atribuye lo universal y común del hombre, aquello que es propio de la naturaleza humana.” J. HERVADA, Lecciones propedéuticas de Filosofía del Derecho, Eunsa, Pamplona, 2000, 3ra Ed., p. 434. Disponible en: «https://hdl.handle.net/10171/56672» .
[11] J. HERVADA, «Lecciones propedéuticas…, cit. p. 452.
[12] C. PEIG GINABREDA, “Génesis del concepto de trabajo…, cit. p.117.
[13] S.S. JUAN PABLO II, Carta Encíclica, “Laborem exercens: Sobre el trabajo humano”, 14 de septiembre de 1981, nro. 5.
[14] Ibídem, nro. 6.
[15] Ibídem, nro. 6.
BEAUVOIR, S.. El segundo sexo. 1a. ed. Buenos Aires: Siglo XX, 1987.
C. PEIG GINABREDA, “Génesis del concepto de trabajo en Santo Tomás. Su contexto histórico y doctrinal”, Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia, nro. 50, 2007, pp. 51-143. Disponible en: «https://hdl.handle.net/10171/6737».
J. HERVADA, Lecciones propedéuticas de Filosofía del Derecho, Eunsa, Pamplona, 2000, 3ra Ed., p. 434. Disponible en: «https://hdl.handle.net/10171/56672»
S.S. JUAN PABLO II, Carta Encíclica, “Laborem exercens: Sobre el trabajo humano”, 14 de septiembre de 1981.