Por: Mariana Irigoyen Morales
A nivel internacional son muy conocidos los casos de destrucción al patrimonio cultural por parte del Estado Islámico, principalmente en Siria y Afganistán. Las imágenes que nos llegan a la mente son de zonas arqueológicas saqueadas y bombardeadas, ciudades inhabitadas y completamente destruidas. Lo preocupante es que no tenemos que ir tan lejos para encontrar un panorama similar en Occidente. En numerosas ciudades europeas y en todo el continente americano, cada 8 de marzo -o los días predilectos por las feministas y otros grupos “progresistas”- ocurre una destrucción selectiva hacia el patrimonio cultural que nos ha forjado como nación y humanidad.
Una profesión que es relevante -pero que, por parte de la mayoría de la población desconocida y hasta subvalorada- es la Conservación y Restauración de patrimonio cultural, en ella confluyen diversos saberes técnicos, científicos y humanísticos. El restaurador, apoyado de otras disciplinas analiza de manera integral al bien cultural para comprender su “historia de vida”, materiales constitutivos, técnica de factura, estado de conservación, deterioros y los valores (históricos, artísticos, religiosos, tecnológicos, etc.) que las personas le atribuyen, para así elaborar una propuesta de intervención de acuerdo a las problemáticas y necesidades que presente. Uno de los objetivos primordiales es preservarlo para que las generaciones presentes y futuras conozcan y puedan seguir disfrutando de su herencia cultural.
No obstante, dentro de esta profesión el feminismo ha hecho nuevos planteamientos sobre la manera en cómo se concibe un monumento histórico en la actualidad, y un factor a tomar en cuenta es que la mayoría de restauradores que existen (por lo menos en México) son mujeres, que además adhieren y militan en el feminismo. No es nada nuevo, porque las instituciones y universidades a nivel internacional, están plagadas de ideologías de corriente marxista y posmoderna.
Ejemplo de esto, es el colectivo denominado “Restauradoras con Glitter”, originado días después de la marcha del 16 de agosto de 2019, que tuvo lugar en la Ciudad de México, donde mujeres se manifestaron contra la violencia sexual atribuida a policías de la susodicha ciudad [1]. Este colectivo independiente conformado por mujeres profesionales en las áreas de conservación-restauración, historia, historia del arte, arqueología, arquitectura, entre otras; elaboraron un manifiesto dirigido a las autoridades donde expusieron cinco puntos [2]:
En primer lugar, reiteran que no promueven que se hagan pintas en los bienes culturales, aunque entienden su relevancia social y transgresora. Consideran que las pintas son un síntoma de la excesiva violencia y por ello deberían socializarse por los medios para promover la atención de la problemática de fondo. Sostienen que su permanencia debe ser recordatorio de la situación de violencia en el país, y por consiguiente no debe removerse ninguna hasta que se atienda y solucione la “violencia de género” en México. En segundo lugar, consideran que las pintas deben ser registradas y documentadas por profesionales, para enfatizar y mantener la memoria sobre los acontecimientos. Y dicen que, si son borradas sin un registro sistemático previo, se estarían silenciando las voces de las mujeres que exigen justicia. En el tercer punto, invitan a la sociedad civil y colegas profesionales del patrimonio a que se unan a la erradicación de la “violencia de género”. En el cuarto punto, consideran que ningún restaurador debe intervenir removiendo las pintas, hasta que el gobierno federal garantice la seguridad de las mujeres en el territorio mexicano y hasta que la sociedad note la reducción y castigos de la violencia en todas sus expresiones. Por último, solicitan a las autoridades que una vez sean atendidos estos problemas de violencia, la intervención deberá realizarse interdisciplinarmente por expertos.
Este colectivo entiende por patrimonio cultural, un medio no estático donde se manifiestan ideas, cuestionamientos y consensos, que por su dinamismo desencadena procesos socioculturales entorno que generan identidad y sentido, heredados del pasado. Cabe remarcar que la palabra “patrimonio” en los últimos años ha sido repudiado del vocabulario feminista pues se asocia al ente del “patriarcado” y la dominación de la mujer al no poder heredar en la época antigua. En consecuencia, plantean sustituir el concepto de patrimonio por herencia cultural, retomando del inglés “heritage” por ser de algún modo “neutro”, y a pesar de que herencia cultural no es un término erróneo, se están apropiando de las palabras, nuevamente vemos que el lenguaje es fundamental, por lo que debemos estar atentos a estas nuevas reconfiguraciones.
Resulta preocupante que se crea que al dejar las pintas y destruir la ciudad para ser escuchadas, el gobierno instintivamente garantizará la seguridad y la violencia paulatinamente decrecerá (lamentablemente no le conviene al gobierno). La violencia jamás se resuelve con más violencia ni con medidas insuficientes -e inútiles- de políticas relativas al género. Por otra parte, si un restaurador que no coincide con el manifiesto feminista, quisiera efectuar una limpieza de los monumentos (porque se siente violentado ante consignas de muerte, discriminación por ser hombre o insultado por ser cristiano), seguramente harían lo posible por desprestigiarlo o amenazarlo. Y parecería que la incitación al odio hacia todo lo referente con lo masculino y el cristianismo quedan en segundo plano. El victimismo y el uso del dolor de miles de mujeres ha funcionado bien para hacerles creer que están en una lucha auténtica y que tienen todo el derecho de destruir la ciudad a su paso (incluidos los negocios de personas inocentes que laboran todos los días y se ven perjudicados al destruirles su comercio con estos actos vandálicos).
El problema es que solo se enfocan en un vértice mínimo del problema, en efecto nuestros conflictos en materia de seguridad y violencia a nivel latinoamericano son preocupantes y hay cada vez más asesinatos, secuestros, narcotráfico. Sin embargo, estas cuestiones no son meramente de género, trastocan otras dimensiones en la esfera sociocultural, política y económica. No solamente son las mujeres las que son secuestradas, asesinadas y violentadas; es un problema que también abarca a los hombres y toda la sociedad en general, de diversas edades y condiciones. La paz y justicia debe exigirse para cada uno de los ciudadanos sin distinguir entre su sexo o nivel de victimización.
Tienen un velo de aparente solución con su lucha, cuando detrás existe una manipulación mediática y de organizaciones internacionales que financian estos movimientos “radicales” a nivel global. Podría enunciarse entonces que, todos los problemas de la humanidad los reducen a la “violencia de género” “equidad de género” “perspectiva de género”. Al victimizar a la mujer no le están dando ninguna libertad, sólo se perpetra un juego incesante con sus sufrimientos y malas experiencias con el sexo opuesto que no han podido superar, y que requieren de atención, apoyo psicológico y a veces, espiritual. Todo el dolor e ira de estas mujeres se ve plasmado en cada consigna de muerte y destrucción. No podemos cambiar para bien la sociedad si cada uno de los miembros está mal.
Consideraciones en el contexto mexicano
En México, en el año de 1972 se promulgó la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Es una ley de interés social y nacional y sus disposiciones son de orden público. La aplicación de esta ley corresponde a: el Presidente de la República, el Secretario de Cultura, el Secretario del Patrimonio Nacional, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y las demás autoridades y dependencias federales, en los casos de su competencia. Dentro de la ley se define la tipología de monumentos, los procedimientos de declaratorias, los registros, las competencias de los institutos y las sanciones.
Sobre las sanciones, me parece pertinente mencionar el artículo 52 donde se enuncia que:
“Al que por cualquier medio dañe, altere o destruya un monumento arqueológico, artístico o histórico, se le impondrá prisión de tres a diez años y multa hasta por el valor del daño causado. Cuando el daño no sea intencional, se estará a lo dispuesto en el capítulo de aplicación de sanciones a los delitos culposos del Código Penal Federal.” [3]
Y en ocasiones me he cuestionado si las sanciones también se aplican a las feministas y otros grupos radicales que intencionalmente en sus marchas se dedican a golpear monumentos y templos católicos donde entran destruyen y queman, ¿o tienen inmunidad porque “están en su lucha” y son mujeres victimizadas? Porque independientemente del grupo que lo realice, los intereses sociales y políticos de fondo, se están cometiendo delitos y daños que quedan impunes. Y ni decir de las personas que resultan golpeadas, violentadas e insultadas al tratar de proteger su templo y su patrimonio cultural ante las amenazas. ¿Acaso se exige justicia, generando más injusticia y violencia?
Además, vale la pena mencionar, que un sofisma muy repetido por el movimiento feminista es “les importan más las paredes y monumentos, que la vida de las mujeres”, el asunto es que se ha hecho viral, a pesar de tener un trasfondo erróneo. Es ilógico hacer una analogía de si un objeto o una persona tiene más valor que el otro. No hay nada más invaluable e importante que la vida de un ser humano. Y en este caso, un monumento o edificio es la representación de algún suceso en la historia o su relevancia radica en cómo ha subsistido siglos para algunos grupos o toda una nación. Y lo que sería evidente es que tanto una parte de la sociedad como el gobierno mismo (esto se relaciona con la patrimonialización y legitimización del Estado) tratarán de defender aquellos monumentos que los representan y les son importantes, ante cualquier acto de vandalismo y robo.
En el caso de los templos católicos, que en la mayoría de las veces son monumentos históricos y tienen siglos de existencia, se ven agraviados por los actos vandálicos feministas que se sustentan en la aversión hacia todo lo “patriarcal”, valores absolutos, “separación de Estado-Iglesia” y lo relativo al cristianismo. Hay una profanación y desacralización de recintos masiva. Para los que tenemos un sentido trascendental, sabemos que la batalla no es solo sociocultural sino espiritual. Y en este sentido el feminismo está excluyendo a aquellas mujeres que no comparten su opinión, que quieren defender su patrimonio cultural, preservar sus templos. Y que se seguirán parando en frente de las catedrales para evitar que las pinten y profanen, con el objetivo de proteger la casa de Dios. Son más que construcciones o monumentos, nos permiten congregarnos y recordar nuestra historia mientras vivimos en el plano terrenal. Por otra parte, por más que las feministas pretendan destruir los templos católicos, no podrán destruir a la Iglesia, ya que no se trata de un plano meramente físico, tendrían que destruir a cada persona que conforma a la Iglesia; porque lo material es perecedero, pero la verdad es eterna.
Pero volviendo al sofisma ¿al gobierno le importan más las paredes y monumentos, que la vida de las mujeres? El gobierno mexicano cada año baja el presupuesto a la Secretaría de Cultura y los institutos que dependen de éste (incluido en INAH), por lo tanto, no protege, más a los monumentos, porque son miles de trabajadores, especialistas e investigadores que reciben salario precario y que no pueden efectuar de la mejor manera su labor. Con base en la Ley Federal de Austeridad Republicana promulgada el 23 de abril, el gobierno recortó el 75 por ciento los gastos de operación de varios organismos, entre ellos el INAH, con ello se afectaría la operación de 194 zonas arqueológicas, 162 museos y 515 monumentos históricos del país, según alertó el Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia (SNPICD). El INAH está en crisis, es una dependencia que tiene un déficit presupuestal desde hace 30 años. Además, por sus funciones constitucionales, está obligada a destinar grandes cantidades de dinero al mantenimiento de sitios arqueológicos, monumentos, archivos, bibliotecas, escuelas e iglesias [4].
Asimismo, no hay que olvidar que, al ser bienes nacionales, el dinero con el que se restauran y hacen las limpiezas se paga con los impuestos de la población, por lo tanto, es un derroche innecesario de dinero y recursos materiales que podrían ocuparse para actividades que en verdad beneficien a la sociedad. Por ende, no puede compararse la vida de una persona y un monumento, apelan a las emociones para manipular y crear analogías erróneas, legitimizando sus acciones vandálicas. En los años que llevan de manifestaciones, ni las muertes o violencia han disminuido, todo lo contrario, y seguirá en aumento porque no se ataca la raíz del problema.
Conclusiones
El feminismo y grupos afines se posicionan ante nosotros como agentes destructivos a los valores y principios que constituyeron al Occidente. Quieren despojarnos de nuestra historia, identidad y memoria. ¿Hacia dónde se conduce una sociedad que no conoce sus raíces? ¿Qué sucede cuando cada vez más los bienes culturales producidos son efímeros, sin trascendencia, simples objetos de consumo para un mercado del arte que sigue las tendencias posmodernas y transhumanistas? ¿Qué nos quedará en unas décadas si la destrucción y censura siguen con la misma fuerza? No hay que perder de vista que la censura hacia la música clásica, filósofos, obras literarias y de arte también están siendo fuertemente censuradas debido a que son creaciones de hombres “blancos heteropatriarclaes”, aunque en muchos de los casos esto no sea cierto, y es de hecho, discriminatorio; no se puede negar nuestra historia y eliminar todo lo que no nos parece como estos grupos pretenden. También desde el ámbito de las humanidades y artes debemos resistir y luchar.
Lo único que me permitiría externar, es que, así como actualmente se conservan en grandes museos e instituciones de la memoria, los vestigios de los crímenes cometidos -por el nazismo, la segregación negra, el genocidio del comunismo chino y otros movimientos que han denigrado la dignidad humana- para que las generaciones futuras conozcan aquel pasado, reflexionen y no tienda a repetirse… Cada pinta, grafiti y destrucción acometida por el movimiento feminista, nos deberá recordar en décadas o siglos venideros, la decadencia que tuvo nuestra sociedad, donde se eliminaba la vida de millones de seres humanos en etapa prenatal, donde se agredía al género masculino y se destruía la naturaleza humana…cuando gran parte de la humanidad perdió el rumbo de su historia para convertirse en su propio dios.
Debemos tomar en cuenta que aquellas mujeres identificadas con el movimiento feminista, no son nuestras enemigas, son mujeres que han sufrido mucho y están extraviadas ante una ideología que sin darse cuenta las carcome. Todos conformamos nuestra nación y la violencia e inseguridad incide en nuestra vida cotidiana. Así como las feministas abogan por conservar y registrar las pintas, también nosotros podemos reflexionar: en un futuro esas pintas nos recordarán que miles de mujeres fueron manipuladas, adoctrinadas y utilizadas para su propia destrucción, exigiendo falsos derechos. Serán el testimonio de lo que debemos evitar, una época sombría e injusta que jamás deberá repetirse.
1. Corriente alterna. UNAM. (2020). “Que se queden las pintas” dicen restauradoras después de un año con Glitter. Disponible en: https://corrientealterna.unam.mx/genero/restauradoras-con-glitter-defienden-pintas-feministas/
2. Restauradoras con Glitter. (2019). 16A: Primero las mujeres, luego las paredes. Disponible en: https://restauradorasconglitter.com/
3. Cámara de diputados del H. Congreso de la Unión. Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Disponible en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/131_160218.pdf
4. El Sol de México. (2020). Impacta recorte a INAH; conservación de museos, en riesgo. Disponible en: https://www.elsoldemexico.com.mx/cultura/inah-crisis-recorte-presupuestal-riesgo-conservacion-museos-templo-mayor-5601483.html