Por: Gabino Miguel Turano
Terminan los Juegos Olímpicos de Tokio un 8 de agosto del 2021, según el relato oficial de los medios masivos; “con una ceremonia inspirada en la igualdad, equidad e inclusión, con los deportistas juntos y sin hacer la diferencia en la clasificación, que terminó con Estados Unidos como líder del medallero, seguido por China”.
En primer lugar, vale aclarar que el medallero como tabla de posiciones es un invento periodístico y mediático para mantener la atención del público, o mostrar quienes son los países “más poderosos”. En realidad, el verdadero objetivo de las Olimpiadas es destacar el esfuerzo tras años de entrenamiento de cada deportista en la disciplina que se destacan (sea en rama femenina o masculina) y premiar con una medalla a los ganadores de cada competencia.
Contrario a lo que pregona el relato único progresista, en éstos Juegos Olímpicos se observó la mayor desigualdad de la historia en el deporte femenino. Tal es el caso de Quinn, futbolista canadiense que se recordará como primer deportista trans-género que compite en los juegos. Pero más llamativo aún, por participar en un deporte individual fue el caso de Laurel Hubbard, un hombre biológico (trans) que representó con 43 años a Nueva Zelanda en el levantamiento de pesas y fue finalista en dicha competencia participando contra mujeres.
Podríamos profundizar en más casos, lo cierto es que el deporte femenino peligra en todo el mundo puesto que se está llevando a cabo una Agenda global que busca entre tantas cosas promover la ideología de género; un conjunto de ideas anticientíficas que con propósitos políticos autoritarios desarraigan de la sexualidad humana su naturaleza para explicarla a partir de la cultura. La idea medular de la ideología de género es que hemos sido construidos por nuestro entorno y en consecuencia estamos siendo llamados a “deconstruirnos”. [1]
El ataque es en todas las áreas, en las escuelas por ejemplo desde los programas de ESI; se intenta negar las diferencias constitutivas entre el hombre y la mujer, y las consecuencias e impacto que esto tiene en el comportamiento humano, asignan toda diferencia falsamente a una supuesta imposición cultural. [2]
La ideología presenta al género y la identidad de género como algo flexible y fluctuante, de tal manera que no son necesariamente binarios, como afirman varios grupos LGBT según los cuales hay 112 géneros posibles. Esto es el fruto de ideologías propuestas por el feminismo radical marxista. [3]
No obstante, la realidad es que las diferencias entre el hombre y la mujer tienen como punto de partida una diferencia que se encuentra dentro de la molécula del ADN humano: un único cromosoma, sea X o Y, conduce a múltiples diferencias biológicas, físicas y de comportamiento. [4]
Pero ¿Qué es lo que fundamentalmente hace que alguien sea hombre o mujer? No son sus cromosomas, ni los roles que cumplan en la sociedad (como afirma la ideología), sino la función reproductiva en la propagación de la especie. Es decir, si esa determinada persona, con todas las condiciones dadas, fuese a concebir una nueva vida ¿qué función cumpliría? ¿la de ovular o la de inseminar el ovulo? La respuesta es lo que determina si alguien es hombre o mujer. En un sentido más universal, el cuál aplica a todas las especies del planeta, se dice que el macho de la especie es quién fecunda los óvulos que le proporciona la hembra. Lo interesante es que, según esta perspectiva profundamente científica, los roles sexuales son binarios y estables, ya que nos permite distinguir entre machos y hembras en función de sus aparatos reproductores, incluso si los sujetos manifiestan conductas que no son típicas del macho y la hembra. Por eso, es una gran mentira cuando ideólogos del género afirman que si un varón se comporta como mujer es señal que está “atrapado en cuerpo equivocado”. Repitamos entonces, la única variable que sirve de base fundamental y universal para distinguir el sexo es la reproducción y no otros rasgos biológicos o de comportamiento. Cualquier otra cosa es ideológica. [5]
Ahora bien ¿Cuánto influye esta diferencia en el deporte femenino?
El deporte nos muestra que las diferencias entre el hombre y la mujer puedan incluso parecer abismales. La ciencia por su parte, ha aclarado las causas de muchas de estas diferencias físicas y fisiológicas reales.
La proporción de masa muscular en niños de ambos sexos hasta la pubertad es prácticamente idéntica. Sin embargo, el crecimiento de la masa muscular de la mujer llega a su máximo alrededor de los 15 años, mientras que en el varón sigue incrementándose hasta los 20. Esto hace que la mujer tenga en promedio 72% de la masa muscular que tiene el varón, algo que marca una importante diferencia en el rendimiento deportivo. ¿A qué se debe esta diferencia muscular tan grande? A parte de que la mujer experimenta variaciones hormonales cíclicas, tiene bajos niveles de testosterona en comparación al hombre. La diferencia en los resultados es abismal, ya que el hombre produce 70 veces más testosterona que la mujer. ¿Por qué la testosterona influye en el desarrollo físico? Porque ésta es una hormona sexual esteroidea que tiene una gran relevancia en la síntesis de proteínas relacionadas a la formación de masa muscular. Es decir, a más testosterona, más proteínas y por lo tanto más masa muscular. Además, el hombre tiene una capacidad de transmisión de oxígeno más grande que la mujer, lo que favorece la actividad física y el desarrollo de la musculatura, mientras que la mujer emplea más energía al respirar porque los músculos respiratorios usan una porción más grande del oxígeno, y como consecuencia, se desvía más sangre a los músculos respiratorios que a los músculos implicados en el ejercicio. Otro factor relacionado a la masa muscular es su distribución a lo largo del cuerpo. En la mujer, la distribución de la masa muscular hace que presente unos valores de fuerza entre 40% y un 60% menores para el tren superior y entre un 25% y un 30% menores para el tren inferior comparado con el varón. Y aunque los porcentajes de fibras rápidas y lentas son similares en ambos sexos, la mujer posee áreas de fibras mucho menores que las del hombre. [6]
Además, es importante resaltar que la variación hormonal cíclica de la mujer obliga a un ajuste en la planificación del entrenamiento de la fuerza totalmente distinta e inferior al del hombre. La misma, consiste en dividir el ciclo menstrual en 4 periodos de 7 días cada uno: semana menstrual, semana pre ovulatoria, semana pos ovulatoria y semana pre menstrual (…) la semana menstrual equivaldrá a la semana 1, donde las cargas serán medias, durante las semanas pre y post ovulatorias, las cargas serán elevadas (semanas 2 y 3) y durante la semana pre menstrual las cargas serán muy bajas (semana 4); los cual permite dos variantes = 2×2 o 1+2×1 mientras en los hombres se aumentan las cargas durante 3 semanas por solo 1 de descarga. Claramente, una de las problemáticas que gira alrededor de una atleta con un ciclo menstrual normal es básicamente la indisposición para entrenar duro en la etapa pre menstrual, menstrual o en ambas. La etapa de ciclo menstrual debe ser respetada para la dosificación de la carga de entrenamiento de la fuerza. El rendimiento se ve o no afectado en las semanas pre y menstrual en función de la sintomatología de cada deportista, o sea, dependerá de los dolores menstruales y de los estados de ánimo propio de esa etapa. [7]
Desde lo óseo, la biología demuestra que en general los varones tienen huesos más densos, brazos más largos, y torsos más cortos. Las mujeres por su parte tienen los huesos largos más cortos que los hombres, un ángulo Q aumentado, y el ángulo de la pelvis necesario para el parto aumenta la curvatura de la parte inferior de la columna. Esto también hace que los centros de gravedad sean un poco diferentes entre los dos sexos. [8]
En cuanto a las grasas, la mujer produce una mayor cantidad de estrógeno, el cuál es responsable de que se deposite más grasa en los muslos y caderas, apoyado por una altísima activación de la enzima lipoproteinlipasa (LPL) que favorece esta acumulación. Esta diferencia en la estructura física le da ventaja sustancial al varón, especialmente en actividades como el atletismo. El keniata Eliud Kipchoge obtuvo un tiempo de 2:01:39 en la maratón de Berlín en el 2018, mientras que la mujer que ha logrado el mejor tiempo es la Keniata Brigid Kosgei, con 2:14:04 en la maratón de Chicago en el 2019. Aunque es un buen tiempo, más de 3.600 hombres han logrado una mejor marca. [9]
Por lo tanto, pensemos lo siguiente; si tan solo uno de los competidores que supera esa marca decide auto-percibirse como mujer, estaríamos hablando posiblemente del nuevo campeón en competencias femeninas de maratón. Ahora imaginemos algo peor, pero con muchas posibilidades de concreción; tras visualizar la ventaja que tienen los hombres al filtrarse en las competencias femeninas (que distribuye los mismos premios que en rama masculina), supongamos que de repente el 10% de los 3.600 atletas superadores de dicha marca deciden también auto-percibirse como mujer. Pues estaríamos observando a 360 hombres por encima del tiempo record de la última atleta campeona. Esto no es más que, “la destrucción del deporte femenino”
Entonces, podríamos considerar que si un atleta dice “ser mujer” y decide inscribirse en el circuito de competición femenino ¿debe ser aceptado en dicha competencia para no ser “discriminado”? Va de suyo que aceptarlo en dicha carrera implicaría un destino consistente en afectar a las mujeres ante la presencia competitiva de una persona de naturaleza distinta y portadora de una fuerza y resistencia física notablemente superior. Superioridad que no surge de ningún preconcepto religioso sino de la inmutable condición de varón confundido (y tramposo) deportista. [10]
Innumerables mujeres atletas critican éstas prácticas “inclusivas”, entre ellas la ciclista Jennifer Wagner-Assali salió a la palestra ante los hechos ocurridos en su disciplina tras la victoria de Rachel McKinnon (Trans-género), quien se adjudicó en 2019 por segunda vez consecutiva los Mundiales de Ciclismo Másters Femenino, logrando desmoralizar a sus colegas de posta. Jennifer aseguró que dentro de poco el deporte femenino dejará de existir en caso de que se sigan aceptando hombres biológicos: “Siento que las libertades por las que ha luchado el deporte femenino están siendo erosionadas. Si continuamos permitiendo que esto suceda, habrá deportes masculinos y mixtos, pero no femeninos”. [11]
FUENTES Y BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
[1] Agustín Laje, “La ideología de género aplasta la libertad” https://www.youtube.com/watch?v=RDeoYGq2GHM
[2] [4] [6] [9]Iturrieta Muñoz Pablo, Las mentiras que te cuentan, las verdades que te ocultan. Capítulo 8. Página 130 / 135 /136 / 137 – Editorial Metanoia
[3] [5] Iturrierta Muñoz Pablo, Atrapado en el Cuerpo Equivocado. Capítulo 4. Página 140 / 141 – Editorial Katejon
[7] Gorosito, Román Mariano, Entrenando la fuerza. 1ª ed. – Rosario: Grupo 757 Ediciones, 2015
[10] Nicolás Márquez – Agustín Laje, El libro negro de la nueva izquierda. Capítulo 6. Página 256 – Editorial Grupo Unión
[8] [11] https://derechadiario.com.ar/deportes/el-fin-del-deporte-femenino-una-orden-ejecutiva-de-joe-biden-prohibe-que-se-le-niegue-la-participacion-a-los-hombres-mujeres-trans-en-las-competiciones-femeninas
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