Por: Esteban Caraveo Ruiz
Uno de los ataques más fuertes a los que se están enfrentando actualmente los seres humanos y en especial los niños, es desconocer la naturaleza humana de su sexualidad y sustituirla con una identidad de género que se trata de explicar únicamente con la variable cultural. Para muestra basta un botón. Durante su participación en el Foro de Divergencia Sexual 2020, la secretaria de gobernación de México, Olga Sánchez Cordero se manifestó en los siguientes términos: “Un niño, un adolescente es “trans” por tanto es importante que pueda ser reconocido por la sociedad y por el estado con el nombre y el género que esta persona indique sin tener que esperar a que cumpla los 18 años”.1
La afirmación que hace Sánchez Cordero en el sentido de que “un niño es trans”, equivale a decir que así viene de nacimiento, ya sea por su orientación sexual o por su identidad de género. El propósito del artículo es investigar desde la evidencia científica existente, si hay niños trans de nacimiento.
De acuerdo a la American Psychological Association (APA), “el sexo, viene asignado de nacimiento, hace referencia a la condición biológica del individuo, como masculino o femenino y se asocia a los atributos físicos como los cromosomas, la prevalencia hormonal y la anatomía externa e interna. Por otro lado, el género hace referencia a los roles construidos, conductas, actividades y atributos que una determinada sociedad considera apropiados para niños y hombres o niñas o mujeres. Estos aspectos influyen en cómo las personas actúan, interactúan y se sienten consigo mismas. Mientras que los aspectos del sexo biológico son similares en diferentes culturas, los relativos al género pueden diferir”.2
Para determinar si la orientación sexual es una propiedad innata y biológicamente fija del ser humano, tomamos tres casos de estudios realizados en gemelos idénticos, que nos comparte el Dr. Pablo Muñoz Iturrieta en su libro “Atrapado en el cuerpo equivocado”. Los estudios en comento fueron dirigidos por los doctores Milton Diamond, J. Michael Bailey y Niklas Lagstrom, llegaron a conclusiones similares. No pudieron encontrar una base común genética o biológica que explicara el comportamiento homosexual o transexual de los hermanos gemelos. Lo cual también significa que es la experiencia personal lo que más influye a que una persona se declare como transexual. En el estudio del Dr. Lagstrom afirmaban que es “el entorno específico del individuo el que efectivamente ejerce una influencia en sus preferencias sexuales”.3
Para determinar si la identidad de género es una propiedad innata y fija del ser humano e independiente del sexo biológico, tomamos el caso más emblemático que nos comparten los escritores Agustín Laje y Nicolás Márquez, en su libro, “el libro negro de la nueva izquierda”.
Haciendo un esfuerzo sintético, el relato que nos comparten los autores es el siguiente. “En 1965 nacieron los niños monocigóticos Bruce y Brian. El primero de ellos, con menos de un año de edad, a causa de fimosis fue sometido a una fallida circuncisión que mutiló su pene. Los padres desesperados para remediar el problema se contactaron con el psicólogo Jhon Money, que trabajaba en el negocio de las reasignaciones sexuales, y el caso se le presentó como una posibilidad excepcional de llevar adelante un experimento social que comprobara la teoría de que la sexualidad no tiene que ver con la naturaleza, sino con la crianza: esto es, que un ser humano pude ser educado como hombre o como mujer con independencia de la realidad cromosómica o gonadal o genital que pueda tener.
En efecto, el doctor Money contaba con un niño de pocos meses de vida que ya no tenía pene, y con la variable de control perfecta: Brian, el hermano gemelo. Así fue que, con diecisiete meses de edad, Bruce se convirtió en “Brenda”, y cuatro meses más tarde, fue sometido a castración. A los padres se les encomendó la tarea más importante de todas: criar a Bruce como “Brenda”, y bajo ninguna circunstancia revelar la verdad de los hechos a los gemelos. Las instrucciones eran estrictas pues de ello dependía el éxito del experimento social.
Finalmente, el plan no dio los resultados esperados a pesar de los tratamientos hormonales y las características de la crianza. La “niña” se negaba a adoptar su nuevo género y el doctor se veía obligado a aplicar enfoques cada vez más extremos. A los trece años, “Brenda”, después de varios intentos de suicidio, decidió y después de que sus padres le revelaron la verdad, abandonar todo el tratamiento. Después de ello, se llamó a sí mismo “David”, de inmediato se hizo un implante de pene, pero jamás pudo superar los daños psicológicos creados por el experimento de género. Su familia, tampoco. Brian, el hermano gemelo, jamás pudo aceptar la verdad y terminó cayendo en esquizofrenia, muriendo en el año 2002 de una sobredosis. Finalmente, en el año 2004, víctima de una depresión producto de sus traumas psicológicos y existenciales, David Reimer se quitó la vida con una escopeta”. 4
Este caso demuestra a las claras, que el género no es independiente del sexo biológico y que la sexualidad no puede ser explicada solo recurriendo a factores culturales.
Conclusiones
De acuerdo a las evidencias científicas analizadas en su informe “Sexualidad y Género” de The New Atlantis, el Dr. Lawrence S. Mayer, llega a las siguientes conclusiones:
- Las pruebas científicas no respaldan la visión de que la orientación sexual es una propiedad innata y biológicamente fija del ser humano (la idea de que los individuos “nacen así”.
- Los estudios científicos no corroboran la hipótesis de que la identidad de género sea una propiedad innata y fija del ser humano e independiente del sexo biológico, es decir que una persona sea “un hombre atrapado en un cuerpo de mujer” o una “mujer atrapada en un cuerpo de hombre”, como si hubiera un error en su cuerpo y sus órganos genitales.2
- Por lo tanto, la afirmación en el sentido de que: “un niño es trans” carece de fundamente científico, tanto desde el punto de vista de la orientación sexual como de la identidad de género.
Bibliografía
- https://www.youtube.com/watch?v=S93j7PKUNhI
- American Psychological Association,https://www.apa.org/topics/lgbtq/transgender
Lawrence S. Mayer, The new Atlantis, a Journal of Technology & Society, Número 50, otoño 2016
- Pablo Muñoz Iturrieta, Atrapado en el cuerpo equivocado. Metanoia Press, Ontario, Canadá 2020
- Nicolás Márquez, Agustín Laje. El Libro negro de la nueva izquierda. Unión Editorial/Centro de Estudios LIBRE