Por: María José Arias
El recto amor a uno mismo, en su vertiente comunitaria, y de bien común, es amor a la familia y a la patria. Alrededor de este 12 de Octubre de 2021, en un año en que Costa Rica llega a su bicentenario de independencia, podemos reflexionar muchísimo sobre ese amor a nuestra patria, tan amalgamado con el significado de la libertad, la historia y la identidad para Hispanoamérica y Occidente en general.
La historia está íntimamente relacionada con nuestra identidad, y es la experiencia, recogida por la historia, de la que se nutre la política. Por lo tanto, la forma en que la reconstruimos es clave para definir las formas en que nos comportamos como comunidad y civilización.
Desde al año pasado, el derribamiento y vandalización de las estatuas de Cristóbal Colón en Estados Unidos, Reino Unido, Bélgica y Colombia ha evidenciado una dinámica social endofóbica enardecida, cuyos actos destructivos se vienen justificando como reivindicaciones contra el racismo, la esclavitud y el genocidio de indígenas.
Estos eventos podrían pensarse como estallidos espontánea o casualmente idénticos en los diferentes países mencionados. Haciendo eco de la opinión de un sector de la adultez joven (antes de los 40) educada en universidades, esto se debería a una mayor conciencia social y empatía de las nuevas generaciones con grupos marginados históricamente.
Recordemos que todas estas manifestaciones se dan en el contexto de las revueltas del movimiento de protesta antiracista Black Lives Matter. Dicho movimiento resurgió de manera notoria y globalizada en 2020, por la muerte George Floyd mientras estaba siendo arrestado por la policía.
El discurso que respalda estas tropelías contra el descubridor de América es el mismo, ya venga de intelectuales que no estuvieron presentes durante los actos, de los medios tradicionales, o de los activistas y participantes.
Este discurso que quiere dar a entender es que Cristóbal Colón y todo lo que se refiera a la Conquista española debe entenderse como una lucha entre razas en la que los indígenas habrían sido sistemática y programáticamente abusados, esclavizados y matados desde la Corona española y sus conquistadores.
Esta lucha de clases tendría todo en común con la esclavitud de las personas negras en Estados Unidos, por lo tanto el gesto de dañar las estatuas se hace extensible a esa causa también. En Costa Rica no estamos lejos de comenzar un proceso parecido de odio a la propia historia, cultura e identidad.
Desde 2017 se ha promovido el derribamiento de la estatua de León Cortés, presidente liberal (1936-1940), cual ventana de Overton, como quien no quiere la cosa y además quiere ser original. Ya sabemos los costarricenses que aunque no tengamos ejército, tenemos que respirar mucho ese aire de pasivo-agresividad, el choteo y la “serruchadera de pisos”.
Casi es risible cómo se acomodan las decapitaciones y derribamientos de figuras respetables a esa parte de nuestra idiosincrasia. Pues bien, de remover la estatua de León Cortés se reactivó a partir del resurgimiento en 2020 de Black Lives Matter, alegándose, entre otras cosas, que el expresidente constituye una figura patriarcal.
De esta propuesta dos cosas reclaman una justa sospecha y mucha prudencia: la primera consiste en las consecuencias del movimiento Black Lives Matter en los medios y la población. Baste mencionar algunos titulares:
“La blancura es una pandemia/Whiteness is a pandemic” (17/03/2021, The Root), “La gente blanca necesita ser erradicada/White people need to be erradicated” (The College Fix, 29/04/2021), “Compañía importante de seguro médico pide a sus gerentes evitar contratar hombres blancos/Major health insurance company asks managers to avoid hiring White men: Report” (23/03/2021. The Blaze).
La segunda cuestión que requiere una mirada más sagaz consiste en que muchas de las críticas que se le han venido haciendo a León Cortés (como su autoritarismo y simpatía con el gobierno alemán) se hacen interpretando la historia de manera anacrónica, lo cual es a todas luces un despropósito.
Es sabido que los buenos historiadores deben saber referirse a los hechos desde el pasado, es decir, con las categorías que se usaban cuando surgieron los hechos históricos aludidos. De manera que cuando a León Cortés se le acusa de ser afín al fascismo, se olvida que el discurso anticomunista con el que se presentaba Hitler para ganar adeptos era muy atractivo en esa época.
El comunismo había perseguido y dado muerte a millones de cristianos. Si tomamos en cuenta la fe católica de Cortés, con su auténtica defensa de la dignidad humana, la acusación resulta atenuada. De hecho se dice que para esa época esta era una postura muy común para muchos gobernantes del mundo.
De manera permitirnos satanizar de esta forma a los gobernantes y líderes que forjaron nuestra historia, con sus defectos y virtudes, puede resultar en un desarraigo que nos deje atomizados, al viento y como una veleta en cuanto a saber quiénes somos como pueblo y qué podemos lograr. No es poco probable que resulte peor el remedio que la enfermedad.
El nivel de consenso tan alto que termina percibiéndose entre los distintos actores sociales en su posición respecto al tema del racismo y los derribamientos de figuras históricas heroicas contrasta con la convulsión e incertidumbre política y social que vivimos desde que se declaró la pandemia.
¿Cómo es posible que en tiempos en que hay una polarización cada vez más marcada con respecto a temas como los confinamientos, la religión cristiana, las políticas económicas y sociales, las vacunas experimentales, las mascarillas, y los tratamientos del Covid surjan pequeñas revoluciones aquí y allá revestidas como revolución hegemónica, como “verdad reivindicatoria incontestable”?
Habrá que rasgar en la historia, y no contentarse con lo que ofrece esta corriente endofóbica emotivista, ya que por otra parte, esa popularidad del discurso de odio a figuras como Cristóbal Colón y lo que representan, confluye con tendencias antiguas y recientes de interpretar, el Descubrimiento de América, como se verá en esta serie de artículos en el mes de la liberación de los americanos nativos.
Fuentes:
Iturralde, C.R. (2021). La Cruzada por la historia. [Apuntes de clase, comunicación oral]. Diplomado para la Argumentación de las Ideas del Siglo XXI. Instituto de Investigación Social Solidaridad.